Sabemos que el castigo es eficaz en el momento en el que se aplica, ya que detiene la mala conducta en ese instante, y por eso se considera que funciona a corto plazo. ¿Pero conocemos cuáles son sus efectos a largo plazo, sobre todo cuando el castigo es usado habitualmente? 

Muchas veces como padres encontramos el castigo como una única alternativa, ya sea por temor a dejar de ejercer autoridad, a perder el control o que la única alternativa sea la permisividad, y muchas veces por no saber de qué otro modo actuar, al no contar con las herramientas adecuadas. Por eso el castigo se presenta como una respuesta reactiva, mientras que disciplinar con eficacia implica esfuerzo y preparación. 

El castigo no motiva ni corrige la mala conducta sino que genera conductas contrarias a las que queremos enseñar a nuestros hijos. Si los adultos queremos que nuestros hijos aprendan a dominar su conducta, es necesario que nosotros aprendamos a dominar la nuestra. Formarnos como padres hoy, es un regalo inmenso para el mañana de nuestros hijos.

Eduquemos a largo plazo, ¡ eduquemos en positivo!